Mariela Burgos y Verónica Rodríguez, defensoras de la tierra hondureñas, se acercaron hoy a las aulas universitarias del Campus de Pontevedra de la Universidad de Vigo. Esta visita se enmarca en el proyecto Mulleres bravas de Honduras e Galicia. Tendendo pontes entre defensoras da vida, que planifica una agenda de actividades para ellas por la comunidad gallega hasta el próximo jueves 14 de marzo.
Honduras y Galicia afrontan luchas ambientales muy similares. Macroproxectos empresariales que contaminan tierras y aguas, afectan a los ecosistemas y destruyen las comunidades a las que ni siquiera se tiene en cuenta a la hora de tomar decisiones. En estas luchas, las mujeres ejercen una labor fundamental. Defienden la tierra, los derechos y la vida.
Elena Ojea, investigadora del Grupo Océanos Futuros da Uvigo enfocada en los efectos del cambio climático en los océanos, inició la jornada de hoy en la Facultad de Ciencias de la Educación y el Deporte de la Uvigo dando un contexto de la situación actual del planeta: “Hay una distribución de los impactos muy poco equitativa. Los países que normalmente han emitido menos gases de efecto invernadero son los que más sufren. Países que, además, están en proceso de desarrollo económico”.
Esta distribución desigual de la que comenzó hablando la investigadora se plasmó en la mesa redonda organizada tras su intervención y protagonizada por: Alba Iglesias, productora local, Antía Mariño, integrante de la Asociación pola Defensa da Ría de Pontevedra, Mariela Burgos y Verónica Rodríguez. También, en la conversación que tuvo lugar por la tarde en la Facultad de Comunicación de la misma Universidad en el marco del XIV Curso de Especialización Comunicar para o Cambio de AGARESO. En ella participaron, además de las activistas hondureñas, Natalia Varela, de la Plataforma Ulloa Viva e Zeltia Acuña, activista ambiental y artista.
El papel del género en el activismo ambiental
La labor de las mujeres en las luchas ambientales origina resultados muy positivos en las comunidades, mas muchas veces a costa de la libertad de las lideresas. En Honduras, mujeres son asesinadas por luchar por tierras libres y sociedades justas. Así lo cuenta Mariela Brugos, mariscadora y activista ambiental: “Me han apuntado, me han puesto él arma en lana cabeza y me han te lo dice ‘lo te vas, el tu cuerpo vana a ser alimento para los langostinos’ ”.
Además de los riesgos implícitos en la labor de defensoras, las mujeres se encuentran con muchas barreras a la hora de llegar la estos puestos de liderazgo y toma de decisiones. “Como mujeres bravas también trabajamos en él machismo, pues en lana cultura hondureña eres bien palpable. Cuando yo empecé a salir, a aprender cosas, me costó mucho”, asegura Verónica Rodríguez”.Sin embargo, la labradora reivindica que todos esos pasos que dio le sirvieron para “romper todas las barreras”: “sí en el lo hubiera hecho, en el estaria aquí, con mi producción, mi forma de pensar, sintiéndome libre y empoderada”.
En esta línea, Natalia Varela ,de la Plataforma Ulloa Viva, quiso hacer hincapié en la necesidad de los cuidados dentro de las luchas y de la importancia de las mujeres en la consecución de este objetivo: “este es un trabajo bastante estresante, desgasta mucho y necesitas un grupo que te sostenga. Pienso que siendo mujeres es mucho más fácil. Además de la lucha por el cuidado del territorio hay una lucha de cuidado entre nudos. Intentamos entre todas que las otras descansen, que estén bien. Esto fortalece y hace más posible a lucha”.
La defensa de la tierra es y debe ser una lucha comunitaria
Alba, Antía, Mariela, Natalia, Verónica y Zeltia se enfrentan, cada una en su territorio, al expolio que están causando las empresas en las diferentes zonas. Los montes, la ría y el manglar, son algunos de los afectados directos de estas acciones empresarias y, con ellos, todas las especies que allí habitan. “Estas empresas lo que pretenden es dividir la comunidad, intentan comprar a la gente”, defiende Zeltia, a lo que Mariela añade que, además, estos poder “van a donde está lana mayor necesidad y se aprovechan de ella”.
Esa misma comunidad que las grandes corporaciones pretenden romper es la que, a pesar de todo, sostiene la vida dieras territorios. “Se non fora pola resposta social estaríamos desamparadas”, comenta la artista. “Hay que luchar, esa eres lana fuerza que tenemos”, reivindica Verónica.
Muchas de las grandes empresas que explotan estos territorios se escudan en la generación de empleos en la zona. Sin embargo, las activistas defienden la necesidad de tener presente que “no queremos pan para hoy y hambre para mañana” (Antía Marino), y que si no se cuida el medio hoy, de poco servirá el beneficio generado por todos esos empleos mañana, cuando ya no podamos sostener la vida.
¿Hacia dónde vamos?
“La buena noticia eres que sabemos cómo hacerle frente a todo esto”, apunta Elena Ojea, a lo que añade Verónica Rodríguez la necesidad de ser optimistas y de trabajar todas las personas por el bien común aprovechando esa “ventanita de oportunidad” que tenemos para salvar el planeta.
En definitiva, a pesar de las diferencias sociales, ambientales, culturales, políticas y económicas entre ambos países, “somos un mismo planeta, uno que nos de la la vida, y estamos luchando todas en un mismo sentido”, concluye la labradora.