En los pasados 10 días, tuvimos la suerte de contar en Galicia con Verónica Rodriguez y Mariela Burgos contándonos su historia como mujeres bravas implicadas en la defensa de su territorio y medios de vida en el sur de Honduras.
La visita de Mariela y Verónica a Galicia fue posible gracias a el proyecto de Mujeres Bravas, que impulsan Enxeñería Sen Fronteiras Galicia y Amigas da Terra con el apoyo de AGARESO y nuestras socias de Honduras, CODDEFFAGOLF y ADEPES, y la financiación de Cooperación Galega de la Xunta de Galicia.
Esta visita no será la última del año, ya que para otoño esperamos otra (en esta ocasión, vendrá una activista a pasar varias semanas en Galicia).
Verónica, productora local del departamento de Choluteca, nos habló de la realidad que vive como mujer campesina en una comunidad de la Municipalidad de Pespire. El cultivo de las variedades locales (“criollas”) son una prioridad, para no generar dependencias de los paquetes agrícolas que promocionaban desde las grandes empresas (con la connivencia del gobierno). Además, se organizan a través de las llamadas cajas locales, un sistema similar a las cooperativas, pero que prestan pequeñas cantidades de fondos a las socias a muy bajo interés (algo impensable en la banca tradicional), que les permitan abordar inversiones para mejorar sus pequeños negocios. También se organizan para procesar y elaborar subproductos de los cultivos propios cuando tienen excedente, como las pulpas de la fruta para zumos y derivados. Además, para favorecer el mantenimiento de los cultivos tradicionales y el rendimiento de las suas tierras usan técnicas de agricultura biointensiva y bancos de semillas.
Pero, a pesar de las tareas mas técnicas propias de su entorno familiar, Verónica nos comenta también las dificultades que tiene con la administración económica. Denuncia públicamente la desprotección que siente desde el Estado, pues considera importante a protección y defensa del trabajo en el rural, a pesar de las concesiones a grandes empresas extractivistas por parte de la administración hondureña (como son las de la minería a cielo abierto, que gracias al activismo de las comunidades hizo que desde la corporación municipal se había firmado una declaración de Pespire como zona libre de minería). En su defensa de la comunidad y su trabajo como mujer campesina, denuncia también las tensiones para llegar a acuerdos, en los que siente desprotección y acusaciones injustificadas. Considera importante la sostenibilidad del grupo y, por eso dedica tiempo a la participación comunitaria de tipo asambleario, que organizan cada año. Considera un factor de riesgo para la continuidad de sus objetivos la mayor proporción de hombres en la toma de decisions comunitarias y con las negociación colectivas con las administración estatales. Y, por eso, actualmente sigue manteniendo la actividad organizada, enfocádose en su trabajo de la tierra y luchando por mantener la resiliencia del grupo. También destaca el trabajo cooperativo entre mujeres, que permiten tener unas buenas relacions con otras mujeres de su entorno
Mariela Burgos es marisquera “curilera”. Es del municipio de Marcovia. Se considera mujer trabajadora y marisquera de las tierras nacionales, pues las tierras costeras donde trabaja (en manglares, esteros y “playóns”) pertenecen al estado y es el estado quien decide su uso.
Recoge curiles, churria (tipo mejillón), casco de burro o almejas. Como curileira, para mejorar la producción, elabora viveros de los bivalvos y experimentan de manera comunitaria sembrándolos (llevan unos meses, a ver que tal sale la cosa). Su producto luego lo sacan al comprado regional, en general empleando intermediarios que llegan a la costa a buscar el producto para luego llevarlo a ciudades como Tegucigalpa (dejándolas con poca capacidad para decidir los precios). Para ella, esto supone una dificultad a la hora de realizar su trabajo bajo condicions seguras y sostenibles, pues se enfrenta también a realizar la sua actividad en el sector primario junto con empresas mas grandes que tener mayor capacidad de mediación con las administracions locales y regionales. Mariela, como mujer brava, denuncia esta situación a la que se enfrentan las marisqueras artesanales (que no cuentan con concesiones para hacer su trabajo en áreas definidas, de manera que puede venir personas de otras aldeas cercanas, o mismo de otras zonas del país, a recoger marisco, aun sin respetar las tallas no comerciales que ellas, gracias a formación que tienen, sí respetan; una verdadera tragedia de los comúns).
La comunidad en la que está integrada Mariela depende en gran medida del ecosistema del manglar, que son zonas de una riqueza y biodiversidad importante y son amenazadas por las concesiones a grandes empresas de engorde de langostino, que producen deforestación del manglar para tener espacio para las grandes lagunas artificiales de engorde, y también producen contaminación (por las sustancias que emplean en las lagunas). Por eso, la comunidad denuncia las agresiones al ecosistema que les de la la vida (a veces en medio de graves amenazas a ellas y sus familias), y se organiza también en cajas rurales de forma que se puedan diversificar las fuentes de recursos y favorecer sus microemprendementos (como un negocio de elaboración y venta de tortillas), paliando así a las amenazas cada vez mayores que tienen que afrontar, por ejemplo una tremenda mortandade de bivalvos a la que ya se tuvieron que enfrentar en 2019.